martes, 14 de junio de 2011

Cosmovisión Indigena contra la discriminación y la Xenofobia. Diario Diagonales. La Plata

La cosmovisión indígena contra la discriminación y la xenofobia

Sociedad /  Integra el Consejo de Ancianos de la Nación Guaraní
10.06.2011 | 00.50 Comentar   |   FacebookTwitter

José Flores pelea por los derechos de los indígenas y otras minorías. La charla con Diagonales abarcó otro abanico de temas
El cacique José Flores tiene 70 años, diez hijos y 24 nietos biológicos, aunque en las comunidades guaraníes hay unos 500 jóvenes que lo llaman cheramoy (mi abuelo). Vive en Misiones con su compañera, que tiene 80 años, e integra el Consejo de Ancianos de la Nación Guaraní. Y aunque prefiere que se lo mencione tangencialmente, es imposible escapar de la tentación de describirlo brevemente, para entender mejor su discurso, que es producto de la construcción comunitaria, de la que él es sólo es un vocero.

Nació en la zona andina, es de origen coya–quechua, y a los 15 años fue secretario de su comunidad, de la que los jóvenes se van a estudiar y los adultos son trabajadores golondrinas que viajan por todo el país, para cosechar uvas en Mendoza o manzanas en Río Negro.

“Es como mandato del Consejo de Ancianos que yo vengo a tocar puertas para fomentar los debates necesarios que nos permitan eliminar la discriminación y la xenofobia a partir de una construcción pluricultural. Por eso, estoy hablando sobre algunos aspectos de nuestros conocimientos ancestrales, nuestra historia, la ecología y pensamiento indígena”, describió.

Flores llegó a La Plata con el objetivo de “sensibilizar a la sociedad no indígena para que se acerque a nuestra historia a través de textos escritos por nosotros”. Donde va, ofrece una muestra itinerante que consiste en 30 paneles y se llama “La historia ocultada: resistencia y lucha indígena por la libertad y la soberanía de los pueblos de América”. La idea es poder girar por la provincia, para dar a conocer una lucha “que involucra a las luchas por nuestro patrimonio natural, los conocimientos sobre esos patrimonios y a la conservación de nuestra cultura y de nuestras especies”.

En su camino, se alarma por lo que le toca ver, como el caso de la nena de 13 años que fue agredida en su colegio por ser paraguaya.
–¿Cómo podrían evitarse ese tipo de hechos?

–Necesitamos una alternativa social pluricultural que podremos instalar entre nosotros si iniciamos un debate. El problema es que no nos hemos puesto a conversar, porque la xenofobia y el racismo no se eliminan sólo con una ley. El sistema, la sociedad occidental, modela al hombre de hoy con conceptos individualistas, etnocentristas, y sobre todo con estereotipos impuestos con una única variable de la especie humana: los blancos, en una continuación del racismo nazi. Es más solapado, pero también es racismo. Lo que nos está afectando es la cultura hegemónica, por lo que hay que iniciar un proceso largo de construcción para el cual hay que empezar a debatir en público, a través de los medios, en las escuelas, porque la diversidad cultural es la usina de la gran cultura universal.

–Los pueblos originarios todavía exigen el respeto por su territorio ¿Qué piensa de la lucha de los Quom?

–El reclamo de los Quom es justo porque sin territorio no pueden desarrollar su cosmovisión. El reclamo por la tierra es la continuidad de un reclamo ancestral de todos los pueblos originarios que hemos sido confinados a tierras áridas, desertizadas.

–Lo mismo les pasó a los hijos de los inmigrantes de principios del siglo pasado, muchos de los cuales fueron confinados a pequeños terrenos de 10 por 30, en el mejor de los casos, o a departamentos de 40 metros cuadrados. ¿No le parece?

–La principal diferencia filosófica entre la cultura hegemónica, occidenal, y los pueblos originarios es que nosotros no estamos en la naturaleza, nosotros somos la naturaleza; aunque es posible decir que fuimos confinados de maneras parecidas: unos a las tierras que son para la casa, entre paredes, y otros confinados a un territorio infértil, donde pese a todo vimos y mantenemos nuestras culturas, nuestras costumbres, nuestros juegos, nuestros cantos, nuestra alimentación y, sobre todo, nuestra espiritualidad.

–¿Qué trae aparejado luchar por la tierra?

–Lo que planteamos es volver a la producción y la soberanía alimentaria, tal como lo hacían nuestros antepasados, que era la mejor forma de equidad, tanto en la producción como en la distribución comunitaria, no de forma aislada, sino como un sistema para todos, que nos permita salir de la forma actual, que es monocultivista y distorsiona también la distribución, imponiendo precios de acuerdo a los intereses de los monopolios y las cadenas de distribución.

–¿No se supone que las manipulan para poder atender la demanda de alimentos?

–Los monopolios hacen que la semilla tenga una sola plantación, es decir que no tienen efecto reproductivo y sólo permiten una sola cosecha. Siempre hay que volver al laboratorio, lo que genera altos costos de royalties. Hay apropiación y biopiratería porque se apropian del plasma genético de la biodiversidad genética de las semillas y las plantas alimenticias y medicinales de los pueblos originarios sin pagar ni un solo centavo. No pagan nada por todo el proceso de investigación y mantenimiento genético de estas especies. Solamente en el sector de la industria farmacológica más del 50% de las drogas que se producen están asociadas a los conocimientos de los pueblos originarios y su entorno genético. Se trata de miles y miles de millones de dólares.

–¿Qué pretenden?

–Que se haga un protocolo para que se reconozca la propiedad intelectual comunitaria de los pueblos originarios y se reconozcan los beneficios compartidos o se compartan los beneficios económicos en la práctica. Que se haga un vademécum de semillas y plantas de los pueblos originarios con la participación del Consejo Mundial de Propiedad Intelectual, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para proteger los conocimientos de los pueblos originarios asociados a la biodiversidad.

–¿Cómo serían distribuidos los beneficios?

–Lo estamos debatiendo, porque hay conocimientos que son propios de un pueblo y otros que son de los pueblos. El proceso de selección genético del maíz, por ejemplo, se llevó a cabo en toda América. Hay que crear un mecanismo de regalías o patentes de acuerdo a estos dos conceptos. De todas maneras, primero tiene que haber un reconocimiento de los conocimientos y después ver los mecanismos de reparto.

–Existen grupos que piden una renta básica universal o ingreso ciudadano, pagado por el Estado, como derecho de ciudadanía, como una asignación universal y debido a que el conocimiento es de todos.

–Podría ser algo así, pero si se prioriza a los pueblos más empobrecidos por la ciencia y la tecnología occidental.


Ver nota en el diario http://www.elargentino.com/nota-143276-La-cosmovision-indigena-contra-la-discriminacion-y-la-xenofobia.html

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