Es una de las cuatro celebraciones anuales mas
importantes de la cosmovisión andina, que significa: espacio y tiempo para el
crecimiento espiritual y del conocimiento se realiza en el solsticio de verano
(21 de diciembre) en honor al padre So l(Inti) y la Madre Tierra (Pachamama),
correspondiente al primer mes del año andino (mes de diciembre para el
calendario gregoriano, que invento el 24 de diciembre como fecha del
nacimiento de un revolucionario social judío, como es Cristo, que se revelo
contra el imperialismo romano y sus lacayos locales). Hoy, el imperialismo
yanqui y sus socios europeos, continúan con las mismas metodologías mas
refinadas que los nazis de invasión, saqueo, terrorismo y genocidio global,
sosteniendo cínicamente una falsa democracia, libertad y liderazgo basado en
la rapiña, como los recientemente ocurridos en Irak, Libia, etc.
Estas celebraciones, que fueran prohibidas y perseguidas
por la inquisición de la cultura intolerante occidental cristiana, se
realizaban como grandes fiestas comunitarias y rogativas para la armonía,
reflexión y complementariedad en el proceso de fertilidad, crecimiento y
madurez espiritual permanente, especialmente de los jóvenes del Tahuantinsuyo (4
estados federales andinos), como acompañamiento, además, al crecimiento de
todos los seres vivos (vegetales y animales, nacidos en el equinoccio de
primavera. Este pensamiento y acción del Capac Raimi, es también conocido como
del WIÑAY (crecer, madurar, elevarse culturalmente a nivel personal y colectivo)
Siendo el Cuzco, el principal centro de homenajes, las
comunidades llevaban los mejores productos agropecuarios, acompañados por el
arte: música, danzas, diseños propios de los vestuarios de cada comunidad y de
ellos los de mejor calidad se ofrendaban a la PACHAMAMA con rogativas
conducidos por el Willac huma (Guía espiritual). Estas celebraciones, se
replicaban en todas las principales Llaktas (ciudades) de los andes.
Otra de las características del CAPAC INTI RAIMI, era,
la de intercambiar productos (trueque), especialmente semillas para el
mejoramiento genético y conservación de este patrimonio. Al mismo tiempo, se
llevaba a cabo, charlas comunitarias sobre los sucesos de cada comunidad,
como una practica de conservar en la memoria nuestras historias, conducidos por
los Amautas (maestros) , donde además, se informaba de las soluciones a los
múltiples problemas sociales, económicos y de infraestructura, que servían para
la planificación social de toda la Nación Andina.
Al cuarto día, se concluía con grandes festejos donde
la música, la danza y la chicha, eran los grandes protagonistas. Todo este
universo espiritual y de celebraciones de nuestro calendario andino, el más
exacto con el tiempo cósmico, fue destruido por los invasores españoles de la
cruz y la espada.
Felizmente, en estos nuevos tiempos de reivindicación
y puesta en valor de nuestra cultura y gracias a testimonios como el de Guamán
Poma y Ayala, un cronista mestizo, identificado con nuestra sabiduría ancestral
y otros como el; hoy, podemos no solo sentirnos orgullosos de nuestra
cosmovisión; sino, que volvemos a realizar estos festejos espirituales, que
cada vez mas rescatan su valor genuino, despojándose del mal llamado
“sincretismo”. Tukma, diciembre 2011,